Cultura
24-12-2013La exposición Vanitas - Bibliotecas consiste en una selecta e íntima serie de obras sobre el tema de la librería -en total, 16-, que el pintor barcelonés Carles Gabarró llevó a cabo entre los meses de agosto y octubre de 2006, y que no había sido expuesta hasta ahora. En unas estructuras ortogonales, como andamios arquitectónicos, el artista reúne libros y objectos personales estableciendo una biblioteca. La biblioteca es, tradicionalmente, el lugar privado o solemne en que se conserva y se construye un pensamiento, una cultura. Estas bibliotecas se ven puntuadas por cráneos. La asociación del cráneo y el libro es el tema característico de la iconografía de la meditación. La pintura se convierte así, en paralelo, en un lugar o un dispositivo para pensar sobre la existencia humana y su fragilidad. Se vuelve un ejercicio de concentración solitaria que, en un mundo hoy tan poco propicio, reivindica el espacio para una reflexión grave.
"La serie condensa buena parte de las preocupaciones y temas del pintor a lo largo de su carrera. Enmarcamos esta selección entre unas piezas de juventud, de 1985, y una muestra de obras muy recientes, que nos permite comprobar la continuidad de una poética. La pintura de Gabarró no es nada extemporánea, sinó que justamente hoy se convierte del todo en actual y pertinente. La austeridad, el rigor, la contención del ego y el establecimiento de andamios para la meditación silenciosa son sugerencias poéticas que, abandonando toda frivolidad y complacencia, actuan en contra de toda vacua vanidad, e inducen a la reflexión personal y a la exigencia moral", apunta el comisario de la muestra, Àlex Mitrani.
Carles Garró (Barcelona, 1956) es un pintor de trayectoria coherente e intensa. Su carrera se inició con la euforia pictórica que se produjo con la posmodernidad, en los años ochenta. Su formación passó por la Facultad de Bellas Artes en Barcelona y por una larga estancia en París. No se puede considerar, no obstante, un pintor afrancesado, a pesar de su amor por Georges Braque. Había en él también una afinidad clara con los neoexpresionistas alemanes, como Markus Luperts. Después de París llegaron los años en que se vinculó a la prestigiosa Galeria Maeght. Pero si Gabarró compartió la liberación y el entusiasmo que supusieron el retorno de la pintura hace treinta años, en cambio no escuchó los cantos de sirena del espectáculo y el egocentrismo que la banalizaron. Desde unos principios expresionistas, su obra ha respuesto siempre a una búsqueda de la profundidad, del sentido, a una interrogación donde la dimensión pictórica acompaña la existencial.
"La serie condensa buena parte de las preocupaciones y temas del pintor a lo largo de su carrera. Enmarcamos esta selección entre unas piezas de juventud, de 1985, y una muestra de obras muy recientes, que nos permite comprobar la continuidad de una poética. La pintura de Gabarró no es nada extemporánea, sinó que justamente hoy se convierte del todo en actual y pertinente. La austeridad, el rigor, la contención del ego y el establecimiento de andamios para la meditación silenciosa son sugerencias poéticas que, abandonando toda frivolidad y complacencia, actuan en contra de toda vacua vanidad, e inducen a la reflexión personal y a la exigencia moral", apunta el comisario de la muestra, Àlex Mitrani.
Carles Garró (Barcelona, 1956) es un pintor de trayectoria coherente e intensa. Su carrera se inició con la euforia pictórica que se produjo con la posmodernidad, en los años ochenta. Su formación passó por la Facultad de Bellas Artes en Barcelona y por una larga estancia en París. No se puede considerar, no obstante, un pintor afrancesado, a pesar de su amor por Georges Braque. Había en él también una afinidad clara con los neoexpresionistas alemanes, como Markus Luperts. Después de París llegaron los años en que se vinculó a la prestigiosa Galeria Maeght. Pero si Gabarró compartió la liberación y el entusiasmo que supusieron el retorno de la pintura hace treinta años, en cambio no escuchó los cantos de sirena del espectáculo y el egocentrismo que la banalizaron. Desde unos principios expresionistas, su obra ha respuesto siempre a una búsqueda de la profundidad, del sentido, a una interrogación donde la dimensión pictórica acompaña la existencial.